Hace unas semanas tuve el placer de viajar a los Estados Unidos, específicamente a la ciudad de Los Ángeles, en California. ¿Cómo describir una de las mejores experiencias de mi vida en un ensayo? ¡Wow! es sumamente difícil resumir lo que viví durante un mes en solo 800 palabras, pero prometo que haré mi mejor esfuerzo.
Tengo que confesar que al principio estaba un poco asustada, porque era la primera vez que viajaba tan lejos de casa y a un lugar donde la mayoría habla inglés. Sin embargo, desde el primer día al llegar a Hobart Residence, las personas me hicieron sentir muy cómoda. Una de ellas fue mi compañera de cuarto, quien siempre me ayudó cuando lo necesitaba. Allí pude conocer personas asombrosas provenientes de distintas partes del mundo, como Japón, Colombia, Kazajstán, Macedonia, Vietnam, China, Turquía, entre otros; todos completamente diferentes, con distintas personalidades, costumbres, metas e intereses, pero al mismo tiempo con algo en común: su simpatía y amabilidad. A pesar que a veces no nos entendíamos muy bien, por cuestiones del idioma, pudimos compartir muchos momentos juntos, los cuales nos permitieron conocernos poco a poco.
Uno de mis logros durante el viaje fue aprender ciertas palabras en otros idiomas, por ejemplo en japonés, ruso y turco, todo gracias a mis amigos de la residencia. Y en retribución les enseñé un poco de español.
Los Ángeles fue una segunda casa para mí. Pude admirar la belleza de sus paisajes, la amabilidad de su gente al prestar un servicio, su nivel de organización, el sentido de respeto hacia las leyes y la diversidad de culturas concentradas en un mismo lugar.
Junto con Jonathan Castro, mi fiel compañero de viaje, conocí distintos lugares turísticos. Hollywood fue el primero de ellos, obviamente no podíamos ir a la industria del cine sin caminar por el paseo de la fama, tomar algunas fotos a las estrellas de los famosos y ver una película en el majestuoso Teatro Chino. Además, pude ver la ciudad en toda su extensión, incluyendo el letrero de Hollywood, desde el Observatorio Griffith; caminé por el muelle y la playa de Santa Mónica; aprendí un poco sobre la cultura africana en el Museo Africano-Americano; toqué estrellas de mar en el Centro de Ciencia; vi las maravillosas luces del Grove; me provocó probar toda la comida del Farmers Market, donde sorprendentemente encontré un lugar en el que vendían pabellón; caminé por las calles del Downtown; jugué bowling con mis amigos y profesores de Columbia West College; conocí las instalaciones de la hermosa Universidad del Sur de California; y me divertí, grite y disfruté de las increíbles atracciones de Universal Studios.
El sushi se convirtió en mi comida favorita durante la primera semana, lo comí casi todos los días, en parte porque no sabía que más comer. Luego, afortunadamente pude encontrar sitios de comida deliciosa y muy distinta a la que usualmente como; la comida coreana y tailandesa fueron mis preferidas, aunque debo admitir que extrañe mucho la comida venezolana, porque no hay nada como comer arepas y pabellón hecho en casa.
Otra de mis grandes experiencias en USA fue la vivida en Columbia West College, esta fue una oportunidad única, no solo para mejorar mi nivel de inglés, sino también para conocer personas muy especiales con distintas culturas y formas de pensar. Las clases me encantaron, fueron muy didácticas y divertidas, todo ello gracias a mis excelentes profesores (Stephen, David y Alex), los cuales siempre estuvieron dispuestos a ayudarme con cualquier duda que pudiera tener.
Otras de las personas que formaron parte de esta experiencia fueron James y Judy, quienes estuvieron muy pendientes de mí; Rika y Helen, quienes fueron mis guías turísticas, ya que siempre me recomendaron excelentes lugares en Los Ángeles; y Sara quien fue muy amable desde el primer día y siempre me saludaba con una gran sonrisa. Honestamente me siento muy agradecida con el equipo de Columbia West College por haberme brindado su apoyo durante mi estadía, y espero sigan ofreciendo este tipo de oportunidades a más jóvenes venezolanos, como lo hicieron conmigo. Ojala los vea nuevamente en un futuro no muy lejano.
Finalmente, no podía terminar este ensayo sin darle las gracias al extraordinario equipo de AVAA, por haberme permitido vivir esta espectacular experiencia; sin embargo, no son suficientes las palabras para expresar el agradecimiento que siento en este momento. AVAA con el transcurso de los años se ha convertido en una segunda familia para mí, la cual me ha enseñado que los límites solo se encuentran en nuestra mente, y cuyo apoyo y motivación han sido fundamentales para mi desarrollo personal. Espero algún día retribuirles todo el esfuerzo y tiempo que han invertido en mí.
Miles de gracias a todos los que contribuyeron a alcanzar esta meta.