Obra ganadora del 1er Concurso Literario AVAA. Categoría Poesía
Oh, Tiempo,
tú que trazas surcos sobre aquel rostro pensativo.
A través del traslúcido y espeso vidrio, observo
su pasivo semblante.
El imaginativo ser mío
vaga por los potenciales recuerdos
de aquel que observa la lluvia en silencio.
La imaginación incontrolable
adivina los pensamientos del sabio personaje.
La experimentada colección de vidas reconoce
en la naturaleza
la metáfora de la vida:
Así como de los almohadones caen las lágrimas del firmamento, el
Astro rey con su espléndida aparición
se alza como siempre absorbiendo el llanto
y restaurando el ciclo para la precipitación venidera y
el surgimiento del júbilo nuevo.
Aunque su reflexiva mente adquirida
sabe que las infinitas gotas no son motivo de aflicción;
como elemento poderoso crea vida o la destroza.
El mapa de su rostro me hace un llamado a la realidad,
mas la realidad de sus caminos me llaman a aventurar.
Los secos cauces de antiguos caudales
reflejan las penas y gozos que le han encaminado hasta este instante.
Las imponentes curvas superiores
son claro reflejo de sus preocupaciones y frustraciones; su
sentido de deber con los suyos
y el arduo sendero recorrido para el triunfo.
Las tres, sino cuatro, líneas de felicidad marcadas
con tinta indeleble cada una de su lado.
Las marcas de la carcajada y el disgusto como
compañeras de las puertas del aliento.
Todas son huellas de su persona.
Todas son pistas de su ser.
Cada surco es una historia
trazada con belleza
por el Tiempo sobre su tez.